Los dirigentes rechazaron el cambio de la actual normativa por un contrato tradicional de trabajo entre armadores y tripulantes, sin embargo, se manifestaron a favor de regular las condiciones de trabajo en la faena extractiva respecto de los derechos y deberes de los involucrados, por pesquerías y macrozonas.
Preocupación manifestaron pescadores artesanales de Conapach por el proyecto que modifica la ley N° 18.892, General de Pesca y Acuicultura, que regula el contrato a la parte suscrito entre el armador y la tripulación para la jornada de pesca, por considerar que es un proyecto ambiguo, que no considera las particularidades, variables y riesgos de una actividad productiva desarrollada en el mar, sobre todo ahora que está afectada por bajas cuotas.
La iniciativa, rescatada de los archivos del año 2012 por parlamentarios de la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados y discutido en sesión de esta semana, aparece en la actualidad como una medida inapropiada y fuera de tiempo, tanto para pescadores artesanales como para parte de quienes asintieron en su revisión, aún cuando coinciden que, en el fondo, lo que falta es un marco legal que considere la previsión social para los trabajadores de la pesca artesanal.
Cabe destacar que el contrato o sociedad a la parte se define en la ley de la siguiente manera: «Forma de asociación destinada a la realización de actividades extractivas que considera el aporte de socios en embarcaciones, materiales, implementos, financiamiento y trabajo y el posterior reparto de las utilidades que genera la jornada de pesca en función de la contribución que cada persona realizó», de conformación con una serie de reglas donde se incluye el requisito de ser pescadores artesanales debidamente inscritos en el Registro Pesquero Artesanal, así como también las embarcaciones que participan, entre otras.
En particular, para los hombres de mar, la idea de modificar la norma podría empeorar las condiciones en las que se desarrolla la actividad en el presente, debido a la baja de cuotas y la inestabilidad, no obstante, dijeron podría ser mejorada en aspectos como definir, con anterioridad y ante notario, las condiciones en las que se desarrollará la operación entre el dueño de la embarcación y los pescadores propiamente tales, en todas su fases.
Al respecto, Rodrigo Aguilar, tesorero de Conapach y dirigente de la Federación de pescadores artesanales de Hualaihue, región de Los Lagos, presente en la comisión, señaló que, en el caso de la pesquería de merluza austral hoy se trabaja con «cuotas de hambre» y en ese sentido sería insostenible para los armadores contratar a pescadores propiamente tales.
«En una región como la nuestra (Los Lagos), sería inviable pensar en un cambio de sistema donde armadores pasen a ser empleadores y tripulantes empleados, pues hoy existe libertad de trabajo para los pescadores propiamente tales y existe una variada gama de pesquerías que hace muy complejo definir un sistema que las abarque a todas por igual», enfatizó Aguilar.
Por su parte, Miguel Avalos, secretario de la Conapach y presidente de la Corporación de pescadores artesanales de Caldera, región de Atacama, aseguró que permanecerán atentos a la revisión que la Comisión de Pesca pretende hacer en esta materia, ya que sería tremendamente difícil concentrar en una sola legislación las realidades de las distintas macrozonas y pesquerías.
«Además, no se aclaró en esta sesión de qué categoría o eslora de embarcación, pesquería o arte en específico se quiere abordar la problemática en particular, porque nos parece que la realidad supera la ficción», recalcó Avalos.
El dirigente de la macrozona norte señaló lo importante que es consultar a las bases sobre este tema, sosteniendo que ya ha adelantado trabajo en los ampliados consultivos macrozonales realizados este año en Puerto Montt, Mejillones y Pichilemu por Conapach, lugares donde se ha coincidido en que, lo que si hace falta, es un mecanismo para proveer de previsión social a los trabajadores de la pesca artesanal».
«Para modificar un artículo de esta categoría, reconocido por su complejidad y por ser parte de la cultura artesanal, sería necesario además, actualizar la situación en la que se opera hoy respectos a los gastos en los que incurre el armador en cada faena, las restricciones que ha traído el cambio climático y la escases de peces, y sobre los derechos y obligaciones a las que se verán suscritos ambas partes, solo por poner algunos ejemplo. Es un tema complejo que esperamos se trate de la mejor forma», concluyó.